Ciencias Sociales
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La fuerza e impacto del paro nacional agrario
Lo indiscutible es que el gobierno –hasta ahora– ha podido sobreaguar ésta crisis. Por medio de la amenaza, la represión, la desinformación y la “cooptación” de algunos sectores agrarios y populares, el gobierno ha podido manejar el conflicto y evitar un golpe político de mayor calado.
No sabemos qué otras reservas tenga el movimiento social para forzar una negociación digna a nivel nacional y lograr la superación positiva de ésta etapa de lucha. El gobierno intenta por todos los medios negociar con los productores de Boyacá y Nariño en mesas separadas, desconociendo las coordinaciones nacionales. Ese será el pulso que definirá la salida de la coyuntura actual.
Sin embargo, los problemas son de carácter estructural y van a seguir mellando y carcomiendo la economía de amplios sectores de la población, no sólo agrarios y del campo, sino de todos los sectores sociales subordinados. El impacto de las políticas económicas neoliberales, especialmente de la aplicación de los TLCs., la reforma tributaria, la entrega de recursos naturales (incluida la tierra) a transnacionales extranjeras y “nacionales”, el impacto de la mega-minería y demás proyectos energéticos, todo y mucho más, está obligando al pueblo colombiano a organizarse y prepararse para nuevas jornadas en donde salgamos unidos a la lucha, ya no con pliegos de peticiones sectoriales sino con consignas políticas de mayor calado para todos los explotados de Colombia.
La experiencia de juntar necesidades sectoriales y elaborar pliegos de exigencias aparentemente más integrales, pero todavía dentro de un espíritu “economista”, debe ser revisada y revaluada. Es el régimen político y el modelo de desarrollo el que tiene que ser enfrentado y cambiado, y para ello debemos aprender de nuestros errores y rectificar. Menos sectorización y compartimentación de las luchas sociales, más integración y coordinación, debe ser una de nuestras metas.
La gran experiencia de éste paro agrario que está en desarrollo es que nuestro pueblo ha venido elevando su nivel de comprensión de los problemas y está decidido a luchar. Hay que ver como hasta el campesino lechero más sencillo tiene claro que para poder sobrevivir como productores tienen que forzar al gobierno a “renegociar los TLCs”. De él, debemos aprender.
De igual manera, las consignas y arengas que debemos construir hacia el futuro deben ser más unificadoras y educadoras. Las tareas que tenemos por delante nos comprometen a elevar el nivel político de nuestras luchas hasta llegar a emular a nuestros antecesores y poder gritar con toda nuestra fuerza: ¡Viva el pueblo! ¡Abajo el mal gobierno!
Tomado de: Dorado, F. (2013). La fuerza e impacto del paro nacional agrario. América Latina en Movimiento. Recuperado de: https://www.alainet.org/es/active/66672
La fuerza e impacto del paro nacional agrario
Lo indiscutible es que el gobierno –hasta ahora– ha podido sobreaguar ésta crisis. Por medio de la amenaza, la represión, la desinformación y la “cooptación” de algunos sectores agrarios y populares, el gobierno ha podido manejar el conflicto y evitar un golpe político de mayor calado.
No sabemos qué otras reservas tenga el movimiento social para forzar una negociación digna a nivel nacional y lograr la superación positiva de ésta etapa de lucha. El gobierno intenta por todos los medios negociar con los productores de Boyacá y Nariño en mesas separadas, desconociendo las coordinaciones nacionales. Ese será el pulso que definirá la salida de la coyuntura actual.
Sin embargo, los problemas son de carácter estructural y van a seguir mellando y carcomiendo la economía de amplios sectores de la población, no sólo agrarios y del campo, sino de todos los sectores sociales subordinados. El impacto de las políticas económicas neoliberales, especialmente de la aplicación de los TLCs., la reforma tributaria, la entrega de recursos naturales (incluida la tierra) a transnacionales extranjeras y “nacionales”, el impacto de la mega-minería y demás proyectos energéticos, todo y mucho más, está obligando al pueblo colombiano a organizarse y prepararse para nuevas jornadas en donde salgamos unidos a la lucha, ya no con pliegos de peticiones sectoriales sino con consignas políticas de mayor calado para todos los explotados de Colombia.
La experiencia de juntar necesidades sectoriales y elaborar pliegos de exigencias aparentemente más integrales, pero todavía dentro de un espíritu “economista”, debe ser revisada y revaluada. Es el régimen político y el modelo de desarrollo el que tiene que ser enfrentado y cambiado, y para ello debemos aprender de nuestros errores y rectificar. Menos sectorización y compartimentación de las luchas sociales, más integración y coordinación, debe ser una de nuestras metas.
La gran experiencia de éste paro agrario que está en desarrollo es que nuestro pueblo ha venido elevando su nivel de comprensión de los problemas y está decidido a luchar. Hay que ver como hasta el campesino lechero más sencillo tiene claro que para poder sobrevivir como productores tienen que forzar al gobierno a “renegociar los TLCs”. De él, debemos aprender.
De igual manera, las consignas y arengas que debemos construir hacia el futuro deben ser más unificadoras y educadoras. Las tareas que tenemos por delante nos comprometen a elevar el nivel político de nuestras luchas hasta llegar a emular a nuestros antecesores y poder gritar con toda nuestra fuerza: ¡Viva el pueblo! ¡Abajo el mal gobierno!
Tomado de: Dorado, F. (2013). La fuerza e impacto del paro nacional agrario. América Latina en Movimiento. Recuperado de: https://www.alainet.org/es/active/66672
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